miércoles, 18 de septiembre de 2013

Donde las golondrinas hechizan

El lugar y el ambiente perfecto por su belleza sin máscaras, indicado para alejarse del mundo.

Por Adyanis Castillo Licea. adyanis@gritodebaire.icrt.cu

Una mañana rodeada de un azul sereno, tarde calurosa que pide a gritos perturbar el sol, noche romántica con la luna a cuestas, un problema que necesita de la magia del mar para buscar respuesta.

Las aguas y su promiscua devoción a los cuerpos, absorben los sentidos y seducen el alma con una elegancia perspicaz e insegura.

El mar y su inmensidad hechizan, pero yo no tengo un mar, tengo un hilo de agua auténtica nacida de las entrañas de una roca de tres metros de altura que sin pedir permiso salió a buscar fortuna, se alimentó de otros arroyuelos y durmió entre el cedro y la palma hasta ser grande y hermoso como ahora.

Mi océano, más conocido como “Las Golondrinas”, es el recuerdo que dejó una tripulación de golondrinas durante 365 días de estancia en Los Negros.

Todo estaba listo en junio de 1983, la estructura de la instalación, muy natural, difería mucho de lo que es ahora, luego de una reparación total en el 2001.

El lugar y el ambiente perfecto por su belleza sin máscaras, indicado para alejarse del mundo, encontrar lo desconocido, provocar al destino, divertirse con el espectáculo de lo no visto.

Todo el año invita a un viaje para cazar estrellas, una historieta perdida en algún libro, y de plato fuerte el mejor y más refrescante de los chapuzones.

Con la seguridad de que, el parque infantil, la sala de video y de computación, el área deportiva o la pista de baile serán la antesala de la visita a la Cafetería, la Pizzería, el Restauran y sus 49 cabañas responden al silencioso llamado a la diversión.

Este es mi mar, unas veces claro y otras empañado como los ojos y las vidas de quienes lo miran y lo prueban, es lo más mojado que tengo entre montaña y montaña, y donde el nativo o el forastero añoran el embrujo de sus aguas.

martes, 17 de septiembre de 2013

Vivo donde el gallo es el mejor y más exacto de los relojes

El aroma del alba es un brebaje para las penas; donde no hay nada más reconfortante que el trago de café...

Por Adyanis Castillo Licea. adyanis@gritodebaire.icrt.cu 
La cola del perro sería un lugar en el que a nadie le gustaría estar o vivir, apartado, incómodo supongo, aunque con su importancia y objetivos, pero lejos de la cabeza del canino. 

Más o menos ahí vivo yo, a una cuadra de la Sierra Maestra con alrededor de 6000 personas en un espacio de 57 kilómetros cuadrados de tierra. 


El pueblo de Los Negros surge en el Siglo XIX entre 1840 y el 60 como un pequeño caserío, gracias a que algunos hacendados aportaron parte de sus terrenos. Ahí vivo, donde el gallo es el mejor y más exacto de los relojes, el aroma del alba es un brebaje para las penas; donde no hay nada más reconfortante que el trago de café que sale del colador criollo a cualquier hora del día, y la vecina o el vecino te hacen voltear la cabeza con un estrepitante “¿cómo anda?”.


De todo hay en este pueblo situado a 14  Km de Contramaestre. Raíces de indios, esclavos y cimarrones, tronco de mambises y revolucionarios que en aquel 7 de Marzo de 1895 entregaron cuerpo y alma en El Combate de Loma Blanca por la causa independentista; ramas profesionales y frutos que se multiplican en primarias, secundaria y pre-universitario.
 

Nací y vivo en un lugar donde se han heredado tradiciones de nuestros fundadores: las corridas de cintas, festejar el fin de año con un macho asado en  púa, celebrar el día dos de enero como herencia de las fiestas patronales que se hacían antes de 1959, la jornada cultural conmemorativa del Combate de Los Negros los días 7 de marzo. Es un poblado que se caracteriza porque ha tratado de satisfacer sus necesidades culturales con sus propios artistas, pues ya suman 339 aficionados en las diferentes manifestaciones.

Además lo distingue que la artesanía popular es abundante, las personas son desenfadadas, la diversidad religiosa, los llamados sobadores y santiguadores son parte de la idiosincrasia del nacido en esta tierra.


Según el lente por el que mires el deambular de las sombras que te acompañan pensarás que puede ser un vivir lineal y sin chiste, pero ¿qué misterioso encanto tendrá el pueblo de Los Negros, que atrae a tantos peregrinos?


Las raíces, donde quiera que estés, serán tu sombra, tu juez y así como la lluvia hace siempre el mismo recorrido, ellas te halarán en la misma dirección.