viernes, 8 de noviembre de 2013

Arístides Oduardo le roba los días al tiempo

 
La lucidez y energía de Arístides Oduardo Franco parece inverosímil.
Por Adyanis Castillo Licea. adyanis@gritodebaire.icrt.cu 

Los gajes del oficio me llevaron hasta su casa. En las afueras del pueblo de Los Negros, camino a la Sierra Maestra, encontré a un hombre apacible y saludable que sorprende a todo el que conoce sus 108 años edad.

La lucidez y energía de Arístides Oduardo Franco parece inverosímil. Camina solo con la ayuda de un bastón, aun sean grandes distancias, es capaz de entablar conversaciones coherentes, satisface por si solo sus necesidades higiénicas y alimenticias y los al mediodías coge fresco acostado en el piso del portal de su casa sin la ayuda de ninguno de sus seres queridos.

Su vista está dañada pero Arístides dice poder realizar cualquier labor que no exija el uso de la visión. Casi resulta increíble escuchar a su hija Virgen Oduardo Vega contar que su padre fue capaz de desojar 14 sacos de maíz en una semana y que sentía la fortaleza para continuar esa faena.

Cuantas historias habrá vivido Arístides desde el 6 de mayo de 1905 en Bayamo, con sus padres Isabel Franco y José Oduardo o sus siete hermanos. Cuantas experiencias compartidas con su esposa Santa Vega, luego de 1948 y con los 4 hijos que nacieron de esa unión y los 11 que le ayudó a criar a su compañera. Qué aventuras protagonizaría cuando residió en Contramaestre, en Maffo, en Paso seco o en la ciudad de La Habana.

Con 108 años no le teme al trabajo y nunca lo hizo cuando de manera honrada trabajó vendiendo pan, chapeando, desherbando, cortando caña o en cualquier oficio que le permitiera sustentar a su familia.

 
Hace dos meses Arístides Oduardo Franco reside en el pueblo de Los Negros, junto a su hija, sus 4 nietos, 5 bisnietos, 1 tataranieto y a todo el vecino que lo saluda desde la calle y él afectuoso le responde como contestó a mi despedida: “Bien gracias, vaya usted bien”.


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